Ni rastro de la COP25, análisis por Raúl Casado

Finalizó la Cumbre del Clima en Madrid, con promesas hacia el 2020, pero no más que eso. Las críticas son generalizadas. Raúl Casado, periodista ambiental y de ciencia declara en una nota de opinión para Efe Verde que a dos días de haber finalizado no hay “ni rastro de la COP25” en la ciudad, dando a entender que ha pasado completamente inadvertida. 

Aquí, un extracto de sus conclusiones post Cumbre. 

“Pero total, para nada”, es la sensación que se ha extendido y el comentario casi unánime; un sentimiento que contrasta con las expectativas que la mayoría de los países que acudían a la cita tenían depositadas en una cumbre considerada “de transición”.
Sin ningún documento “determinante” para la negociación climática internacional para dar respuesta a los informes científicos y a la creciente demanda social.

Tres palabras, en boca de tres de los principales actores que han intervenido en esta conferencia, atravesaron el cierre de la cumbre: “decepcionado” (Antonio Guterres) , “insatisfecha” (la Presidenta de la COP25 y ministra de Medio Ambiente chilena) y “agridulce” (ministra española para la Transición Ecológica).

Todas las partes habían subrayado antes de comenzar la cita que ésta no sería una conferencia en la que los países tuvieran que ratificar nuevos compromisos. Éste era un momento clave ante el inminente inicio de un año en el que sí comenzará el proceso formal para que los países incrementen sus contribuciones nacionales.

Sí era el momento de activar esa ambición y de sentar las bases para el próximo año los países la plasmen. En 2020, en las llamadas Contribuciones Nacionales Determinadas -los compromisos oficiales- para éstas sean revisadas al alza si se pretende cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y evitar que la temperatura del planeta crezca por encima de 1,5 grados este siglo.

Era el momento también para demostrar que la comunidad internacional representada en esta convención atendía y era sensible a los informes del panel intergubernamental de científicos que asesora a la ONU, con datos cada vez más contundentes sobre el calentamiento del planeta y sus catastróficos efectos.

Todas las partes habían llegado a la Conferencia conscientes y convencidas de dos cosas: de que el Acuerdo de París entrará en vigor aunque no hubiera acuerdo, y de que el consenso era prácticamente imposible, incluso de que era preferible un “no acuerdo” a un “mal acuerdo”; y sabedoras además de que la regulación definitiva de ese artículo ya se ha pospuesto en varias citas anteriores.

Una vez más los negociadores fracasaron en su intento por salvar los dos escollos principales de esos mercados. Uno, estaba referido a la doble contabilidad que algunos países quieren evitar, y otro relativo a la transición de los remanentes de derechos de emisiones que algunos estados conservan del Protocolo de Kioto y que pretenden mantener en la transición al Acuerdo de París.

Sí lograron sin embargo “avances” significativos en esa regulación que se consideran una muy buena base para continuar las negociaciones durante los próximos meses y tratar de cerrarla en la COP26, que tendrá lugar en Glasgow.

Si lo conseguido en Madrid -en una cumbre que a punto estuvo de no celebrarse-, satisface o no a Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático será evaluado en los próximos meses. Pero tres palabras sobrevuelan todavía sobre los rescoldos de la cumbre: decepción, insatisfacción y agridulce.