El plástico biodegradable no se degrada tan fácil como lo creíamos

Plástico biodegradable

El plástico biodegradable PLA podría no degradarse tan rápidamente en el mar, según un nuevo estudio del Institut de Ciéncies del Mar de Barcelona y el Instituto de Investigaciones Mariñas de Vigo. De este material se componen muchísimos utensilios para la vida cotidiana, como los platos, vasos y cubiertos desechables. Si resulta que al final no todo es como creíamos, ¿Existen alternativas a este tipo de plástico?

La entrada del plástico a nuestras vidas fue el origen de un debate prolongado y controvertido. Ámalo u ódialo, úsalo o déjalo. Si bien en sus comienzos parecía ser un material muy práctico, el paso del tiempo y su hiperproducción mundial, sacó a la luz su cara negativa. ¿Qué hacemos con todo el plástico generado? Los fundamentalistas de este material aseguran que el futuro de los plásticos no es otro que los propios plásticos. Es decir, su reciclaje.

El plástico PLA está formado por moléculas que pueden descomponerse de forma natural. Suelen tardar entre 1 y 3 años. Asimismo, el tiempo de su degradación dependerá de las condiciones en que se encuentre, como la temperatura y la cantidad de humedad. 

“Que el plástico sea biodegradable no quiere decir que se degrade en cualquier condición. Por ejemplo, el plástico compostable necesita temperaturas de más de 50º C para ser biodegradado”, explica Cristina Romera-Castillo, investigadora del ICM-CSIC. Es por eso que cuando estos plásticos terminan en el océano resulta más difícil que se degraden. 

El plástico viejo arrojado al mar contamina mucho más que el nuevo

En 2020 se produjeron a nivel mundial 367 millones de toneladas de plástico, manifiestan en la revista Frontiers of Marine Science. Del cual, casi un 4% terminó en el océano, alrededor de 13 millones de toneladas. Esto equivale a que por minuto se vierta un camión repleto de basura al océano. 

Según el Informe, el plástico que está en el mar libera 57.000 toneladas de carbono orgánico disuelto por año. Esto es más del doble de lo que libera el plástico virgen (23.000 toneladas). La exposición solar y la erosión produce una pérdida de aditivos que los protegen de la degradación, por ende se liberan más químicos por el agua.

Los océanos y mares del mundo siguen llenándose de este residuo, que contamina tanto al ecosistema marino como a los humanos. A medida que se va desintegrando en diminutos fragmentos, los famosos microplásticos, estos suelen ser confundidos por los peces por alimento. Y como toda cadena, si se lo comen los peces, pronto llegan al plato de comida de los seres humanos.

Cuando las empresas quieren vender algo que tiene varios matices nocivos suelen adornarlos con guirnaldas. Es el caso del plástico biodegradable, deja la conciencia de los consumidores más tranquila ya que se va a degradar; pero ¿y si no sucede tan rápido como pensabamos?

Margarita Colombo Hiriart